No hay
mejor defensa que un buen poema
con el
que atizar duro
para
romperte los dientes
y
señalar tus faltas y pecados más tristes
Para
romperte la crisma
bajo el
peso de mis puños asonantes
te
rimo, te versifico, te alitero
y te
reviento los ojos a golpe de metáforas
afiladas
como alambres
Tu
culpa es mi libertad
Yo
juzgo para no ser
y
empiezo el día destrozando espejos
Porque
es muy fácil sufrir desde fuera
y muy
difícil
aceptar
que no
eres tú el blanco de mi tristeza
que no
está fuera mi peor enemigo
No hay
peor persona que un poeta humilde
Ni
palabras más huecas
que las
que aquí te escupo.
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