jueves, 19 de mayo de 2016

HEIDI

Aprendí que la vida es injusta a los seis años, gracias a Heidi. Estaba mirando la serie como cada tarde, mientras merendaba un vaso de leche con Cola Cao y galletas. Eso e indignarme por el inefable comportamiento de la señorita Rottenmeyer constituían mi rutina de las seis a las seis y media de la tarde. Había aguantado sus salidas de tono, su crueldad con la pobre Heidi (a la que privaba incluso del nombre) durante meses. Y también había visto la pasividad de Clarita, de los padres de Clarita. Nadie ayudaba a la pobre Heidi. Supongo que querían que los niños nos acostumbráramos a las injusticias, a que la vida es dura y que la gente por muy buena que sea, muchas veces no puede (o ni siquiera intenta) echarte una mano. La vida es un poco así, la verdad. Pero yo a los seis años no lo sabía, y aquella tarde la señorita Rottenmeyer debió de pasarse de la raya más que de costumbre, o simplemente sus atrocidades fueron tantas que no pude aguantarlo más, me giré hacia mi madre y, con toda la seguridad que proporciona la infancia, le solté "Yo es que a la Rottenmeyer la enviaría a tomar por culo". Esperaba que me diera la razón, saltaba a la vista que aquello era una injusticia detrás de otra...

Pero no, mi madre se quedó en la forma en lugar de fijarse en el fondo. Para ella ese es el día en que me escuchó decir la primera palabrota. Me soltó un sopapo, no muy fuerte, pero me pilló tan de sorpresa que se me cayeron las galletas y el vaso de leche. Encima me riñó, que dónde había aprendido esas palabras, que qué me había creído.

Tendría que haberme callado, ahora ya lo sé, pero le dije la verdad. Que la abuela también decía muchos tacos y que ella, mi madre, también los decía. Otro sopapo. Y la Rottenmeyer mientras tanto encerraba a Heidi en una habitación desde la que solo podían verse tejados. Pero a mamá le daba igual. Castigada sin ver Heidi una semana, pero mamá que no ves que la Rottenmeyer, dos semanas de castigo. Yo seguía y seguía defendiendo mi postura, aquello se había convertido en una declaración de principios. Pero debo reconocer que cuando mamá llegó a dos meses sin ver Heidi, me callé. Tal vez la verdad sale a la luz siempre, solo que a veces no se tiene la paciencia para esperar a que eso pase. Yo nunca he sido paciente.

Después, en la escuela, más de lo mismo. Otras cosas no sé, pero en mi escuela se aprendía a tener la boca cerrada, a obedecer a ciegas, a no quejarse de lo que no te toca por si acaso te acaba salpicando más tarde, a que es mejor que pisen al otro y si lo ayudas tal vez tú seas el siguiente. Estar solo. Respetar la autoridad. Callar. Tragar.


Educación para la ciudadanía.

domingo, 8 de mayo de 2016

GÉNERO

Entiendo que soy mujer
así lo siento,
en el estómago
Todos los meses

Mujer de pecho redondo
cadera ancha
deseo a hombres

Pero no es eso

Hay mujeres que aman
a otras mujeres
también
muejeres que aman, sin más

Mujeres con escroto
Hombres menstruantes

Hoy por hoy
decir mujer
no es hablar del cuerpo

Es una caja

Sueño con un futuro
en que no condicione el útero
                      (También es esclavo el hombre)

Tal vez
un día
Mujer será
Persona con vagina
y nada más

Hasta entonces

Hay hombres menstruantes
Y mujeres con escroto